Monday, November 19, 2007

En las palabras de: Amado Nervo


Todos tenemos hambre.

Bien sabes que todos tenemos hambre.

Hambre de pan, hambre de amor, hambre de conocimiento, hambre de paz, hambre de amistad.

Este mundo es el mundo de los hambrientos.

El hambre de pan, melodramáticamente, soflamera, ostentosa, es la que más nos conmueve, pero no es la más digna de conmovernos.

Qué me dices del hambre de amor?

Qué me dices de aquél que quiere que lo quieran y se pasa la vida sin que nadie le dé una migaja de cariño?

Y el hambre de conocimiento?

El hambre del pobre de espíritu que ansía saber y choca brutalmente contra el zócalo de grantio de la Esfinge?

Y el hambre de paz que atromenta al peregrino inquieto, obligado a desgarrarse los pies y el corazón por los caminos?

Todos tenemos hambre, sí, y todos por lo tanto, podemos hacer caridad.

Aprende a conocer el hambre del que te habla.

Amado Nervo.

Este escrito de Amado Nervo me llama la atención, ya que en las últimas semanas he visto a dos personas que considero amigas, tomar un rumbo diferente.

La primera fué una amiga qué conocí en la Iglesia; al parecer no estaba de acuerdo con algunas cosas y decidió ir a buscar otra Iglesia para ella y su familia. Al principio me dolió un poco, despues pensé que era bueno, que debía encontrar una Iglesia que supliera sus necesidades en una mejor manera. Ahora me pregunto, de que tiene hambre?

La segunda todavía me duele. Les parecerá extraño que me duela una desconocida, porque en realidad no la conozco personalmente, pero la he llegado ha conocer por medio de su página de internet y nos hemos comunicado frecuentemente por casi dos años. Es una señora mayor, con hijos mayores que yo; me ha sido de mucha inspiración en mi jornada maternal, he aprendido mucho de ella; es una mujer sencilla, honesta y muy dedicada el Señor.

Hace dos semanas nos informó que estaba explorando la fé católica, que Dios la estaba llamado a convertirse al catolicismo, que había muchas cosas que amaba de los evangélicos, pero que también había muchas cosas que le dejaban un mal sabor.

Por lo poco (con verguenza repito: con lo muy poco) que sé de la Iglesia Católica, inmediatamente sentí dolor por ella, como si estuviera perdiendo a un ser querido. También sentí coraje: "como se te ocurre decir que Dios te está llamando ahí......no será más bien el diablo". Luego sentí verguenza de no poder argumentar con ella, biblicamente, las razones por las cuales no creo que sea Dios el que la esté llevando ahí.

Traté de explicarle lo que yo he visto; como, al menos en México, la adoración a los santos y las vírgenes es una idolatría abierta que se practica con la aprobación completa de la Iglesia. En fín, lo poco que sé se lo hice saber.

Será verdad. Será mentira. Lo cierto es que ayer fué el segundo dia que se presentó a misa y al menos por encimita, no ha visto nada que contradiga lo que ella sabe y conoce biblicamente, después de ser cristiana evangélica por más de 20 años.

Yo la quiero y aprecio mucho, así que no me queda mas que ponerla en las manos de Dios y esperar a ver el resultado final de las cosas; si es de Dios será bendecida, si no es de Dios, le pido a El que la guarde y la proteja, al final de cuentas solo El es el que conoce el corazón. Aunque no dejo de preguntarme, de que tiene hambre?

Por lo que a mí concierne, hoy tengo hambre de solaz, de paz, de un espíritu que descanse en la confianza de que Dios es el que está en control; mi alma tiene hambre de quietud. Así que con un respiro profundo y una actitud reverente me digo: "Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mio"


"Yo soy el pan de vida;
el que a mí viene, nunca tendrá hambre;
y el que en mí cree, no tendrá sed jamás"

Jesús

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