Wednesday, July 23, 2008

El final de la historia del arbolito.

Después de haber sido uno de los árboles más grandes de por aquí, el pobre quedó hecho pedacitos. Miren nadamás en lo que acabó el asunto.




















Ese señor que ven cortando el árbol por poco y no la cuenta. El día anterior andaba cortando otro árbol caído en el estacionamiento de enseguida y tubo un accidente.

Ese árbol había caído encima de dos carros, así que no estaba completamente en el suelo.

Yo estaba afuera de mi departamento, chismeandole a mi suegra (la llamaré "gringa vieja" como a mi suegro???.......no, cómo que se oye muy fellito...) de cómo habíamos perdido el árbol, y al timepo que le señalaba el otro árbol que andaban cortando, miré que el árbol se paró como resorte, y por un lado voló el hombre y por otro la cortadora que le ven en las manos.

Empecé a correr para ayudarle (o mas bien para desmayarme despues de verlo todo ensangrentado, con las tripas de fuera y un agujero en la cabeza, los ojos salidos y la lengua cortada..............oooiiii...bien amarillista la Nilda) pero gracias a Dios no le pasó nada. Nadamás tubo que ir a cambiarse los pantalones...y no necesariamente porque estubieran rotos!

Al siguiente dia, cuando vino a cortar el árbol de nosotros, le pregunté como se sentía, y me dijo que en quien-sabe-cuantos-años de cortar árboles nunca le había pasado eso; se sintió como se deben sentir los que preparan los cuerpos para ser enterrados y de repente se para el muerto. He ahí la necesidad de cambiarse los pantalones.

En fín.

Una cosa sí me quedó muy clara: nunca seré cortadora de árboles.

Ni reportera amarillista.

Digo, por aquello de los desmayos.

Y eso es todo lo que tengo que decir acerca de nuestro arbolito que ya no está.

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