Monday, January 14, 2008

Uniendose a la pandilla


Hola familia!

No crean que ya se me había olvidado esta paginita de internet; he tratado de poner mas fotos y algunas ideas que me dan vuelta en esta cabeza mia, pero como no tengo mi camarita, no he tomado muchas fotos; tiempo he tenido de sobra, pero estoy tratando de organizarme mas aquí en la casa para no sentirme como que me la paso todo el dia viendo tele o en la computadora.

Al inicio de este año me propuse dos cositas muy importantes (y hasta escenciales diría yo) para poder hacer del 2008 un año mucho mejor que el pasado. Como dijo el que lo dijo, no puedes esperar resultados diferentes si tu metodos siguen siendo los mismos, así que con eso en mente me puse a analizar el 2007 y saqué en conclusión dos cositas (entre otras cosas) que necesito cambiar pero de volada:

* Los niños necestian tener un horario mas disciplinado en cuanto a la hora de acostarse.

* Nathan y yo necesitamos pasar mas tiempo solos, sin estar rodeados de los niños todo el
tiempo.

Desde antes que naciera el primer hijo Nathan y yo nos acostabamos a la hora que nos diera sueño, sin importarnos tener un horario fijo. Tal vez eso no tenga nada de raro, pero después de que llegan los niños es importante establecer esos horiario, de otra forma los jijos se la pasan despiertos hasta altas horas de la noche y uno ahí anda, como sonámbulo hasta que a ellos les plazca.

Pues tratamos y tratamos por cinco años y nunca pudimos establecer dicho horario. Las veces que los niños se acostaban temprano era porque Nathan o yo nos acostábamos con ellos y muchas veces, después de leerles un libro, cantarles canciones, orar, darles agua, etc., etc., nosotros eramos los que nos quedábamos dormidos y ellos se salían del cuarto, muy campantes a seguir jugando.

Huercos jijos!

Pues este año nuevo me puse a pensar que eso realmente no me gustaba para nada y decidí que no lo iba a tolerar más. Hablé con Nathan y nos pusimos de acuerdo para ponerle un alto a la situación. Decidimos que de ahí en adelante hibamos a poner una alarma que sonara a las siete de la noche y a esa hora los niños tenían que ponerse las pijamas, cepillarse los dientes, acostarse y leer un libro o dos, orar, apagar la luz y dormirse; así de sencillo, sin pleitos, sin lloriqueos, sin vasitos de agua ni nada. A dormir se ha dicho!

La verdad es que pensé que me iban a armar un buen guato por un tiempo, pero no! estaba yo equivocada; les explicamos la nueva rutina y desde el primer día la han seguido sin mayor esfuerzo.

A Aaroncito también le tocó su parte. El está acostumbrado a dormirse en mis brazos, pero desde el domingo pasado lo empezé a acostar en su cuna, para que el se durmiera solito; me dolía mi corazoncito de madre oirlo llorar solito en el cuarto, pero con lo pesado y rechonchito que está me dolían más los brazos de traerlo para arriba y para abajo, arrullandolo hasta que se quedaba dormido.

Me aguanté las ganas de ir a consolarlo cada vez que lloraba, pero poco a poco iba mejorando la cosa; cada día lloraba un poquito menos y ayer pude cantar victoria; ayer no lloró ni siquiera una lagrimita cuando lo acosté y ahora mismo, mientras yo escribo, el está dormidito en su cuna sin necesidad de que yo lo ande arrullando.........como dice el tio Sinfo "ni un pujido mas".

Como los niños siguieron su nuevo horario al pie de la letra, decidimos continuar con nuestra tradición familiar de dormir en la sala los fines de semana. Todos los fines de semana (viernes y sábado) sacamos el colchón y todos dormimos juntos en la sala. A los chiquelos les dió mucha alegría saber que nuestra tradició iba a continuar, y aquí les presento unas fotos de su pequeña celebración. Antes de dormir los dejamos jugar en el colchón un buen rato.

Lo que nos sorprendió fué ver al Aaroncillo treparse al colchón como si fuera un escalador de montañas; tan pronto como pusimos el colchón en el suelo que se baja de mis brazos y empezó a jugar con sus hermanitos.

He aquí las fotos que tomé.


















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