Friday, October 19, 2007

Olor grato para Dios


En la vida hay temporadas en las cuales se tiene que hacer un esfuerzo sobrenatural para mantener el rumbo. Ya sea en el ámbito laboral, familiar o personal, estamos a diario en una guerra sin tregua. A cada segundo enfrentamos un nuevo reto y tenemos que tomar una decison: seguir nuestros propios instintos, o hacer una pausa, respirar profundo, y tomar el camino estrecho, el mas dificil.

Mi guerra mas feroz ha sido siempre contra el pesimismo, el nagativismo. No sé cuando pasó, pero en algún momento dado mi mente aprendió a desviarse muy seguido, ha esperar lo peor, pensar lo peor, imaginar lo peor. Con la excusa de "mas vale prevenir que lamentar" y "no quiero dar un paso sin huarache" desperdiciaba el tiempo repasando escenarios en mi mente de lo que podría o no pasar, y si pasaba, de lo que yo podría o debería hacer al respecto.

Llegó un momento en el que me dí cuenta que lo único que había logrado con eso fué convertirme en una mujer que esperaba siempre lo peor, una mujer que antes de ver lo positivo de una acción o acontecimiento, siempre veía primero lo negativo y todas las repercusiones que podría traer.

Un día me extrañé a mi misma. Aquella que desde niña soñé ser. Aquella que sonreía siempre y estrechaba una mano amiga con fuerza y efusividad. Aquella que con solo mirar profundamente los ojos de la abuela y disfrutar de su sonrisa pronta y sincera, sentía el pecho ensancharze con un deseo ferviente de conquistar el mundo y ponerlo a sus pies.

Que diferencia tan grande entre el sueño y la realidad.

Poco a poco, paso a paso, dia con dia, me di a la tarea de rehacerme. Por supuesto que todo empieza en el corazón y ni que decir de el hecho que el único que puede cambiar el corazón es Dios. Pero después de que El ha hecho su parte, nos toca a nosotros hacer la nuestra. A nosotros nos toca deshacer los hábitos que habíamos formado, a nosotros nos toca trazar nuevas metas, a nosotros nos toca decidir cada mañana la manera en la cual enfrentaremos al mundo.

La tarea no es fácil, pero vale la pena.

Mi nueva jornada es larga, pero me alienta el saber que no solo yo sino mi famila, mis hijos y los hijos de mis hijos cosecharan los resultados de mi esfuerzo diario. Mi nueva jornada no es fácil; nunca es placentero crucificar al "YO", pero como dijo Marino, "son mis lágrimas perfume, sacrificio vivo y santo, olor grato para Dios".


RESOLUCION

Si hacemos cada mañana la siguiente resolución para el día, nuestra vida irá por mejores caminos:

Pensaré en Dios.

No temeré a nadie.

Haré lo más que pueda.

Daré algo a alguien.

Estaré en paz con los demás.

Anónimo

No comments: